Mariana en el país de los chicos mandala
Desde hace veinte años, Cincunegui renueva la música infantil.
Jugar y crear Mariana Cincunegui, en su taller, rodeada de disparadores y mandalas Foto: Graciela Calabre
Por Gabriel Plaza
De la Redacción de LA NACION
Mariana Cincunegui (39) era una adolescente cuando su madre generó la primera experiencia del Jardín de la Esquina, que desembocó en el proyecto musical Piojos y piojitos . Desde ese momento, su historia musical comenzó a girar, como en un movimiento cíclico, alrededor del cosmos infantil; y sus proyectos fueron marcando un rumbo en la canción para chicos. Primero fue Piojos y Piojitos 2 ; le siguió la banda Mariana y los Pandiya, y ahora Alasmandalas: música para volar y pintar . "Todos mis proyectos parten de experiencias grupales y experimentales que se generan junto a los chicos en mis talleres. Alasmandalas surgió en un momento especial, a partir de un libro con mandalas que acercó una de las alumnas de mis talleres", cuenta Cincunegui en el espacio de creación que tiene en Palermo, donde nacen muchos de sus proyectos.
Para cualquier niño o adulto sensible, el lugar es como una juguetería colorida, un espacio lúdico y de libertad, resultado de sus veinte años de trabajo en el rubro infantil. Instrumentos de todo tipo, tamaño y color -profesionales y de juguetes- salpican el espacio junto con libros infantiles y souvenirs de otras culturas. Todo está quieto y ordenado. Horas antes los chicos llenaban el espacio de bullicio, movimiento, juego, música y dibujos con mandalas.
Los mandalas son círculos sagrados de culturas milenarias que se utilizan para la sanación y meditación, y los chicos del taller experimental de música que dirige Mariana los utilizaron para pintar y descubrir otros territorios de percepción interior. A partir de allí surgieron el concepto artístico y el sonido de su último disco, que presentará en La Trastienda.
" Alasmandas habla de la circularidad y de canciones que te dejan entrar en algo mántrico, cíclico y que te recentra. Justo coincidió con mi momento de maternidad porque pensaba mucho en los nenes y el acelere que había. Sentía que los chicos no encontraban lugar para aterrizar tras miles de actividades. Entonces me pregunté: ¿qué está pasando con los chicos del año 2000 con tanta información? De la misma manera que cuando empecé a hacer rock para chicos me preguntaba qué les pasaba a los nenes de los 90." Así surgió esa música para mirar el mundo, canciones que circulan y calman", procesa Mariana.
Durante el invierno de 2008 los chicos de su taller se dedicaron a pintar mandalas y sacar un sonido grupal, que se transformó en el disparador de su nueva producción. "Funcionaba todo naturalmente: aparecieron las canciones de rondas de otras culturas, los mantras en las canciones de los Beatles y empezamos a investigar sobre los mandalas, de alguna manera anclamos una energía grupal, un sonido entre todos y fue como volver a uno", reflexiona la cantante docente.
Cuando el círculo fue cerrando y aparecieron las canciones -temas propios sobre bases mántricas universales y del cancionero popular de América latina junto con himnos de John Lennon y Eduardo Mateo-, llegó la hora de la grabación. El producto final es de notable belleza. Además de las siete canciones arregladas por Daniel Johansen y grabadas por Mariana y los alumnos del taller de 7 a 13 años, aparecen los mandalas para colorear creados por los chicos.
"Siempre me gustó pensar cómo la música puede acompañar a los chicos para crecer y qué cosas de las que traemos les podemos transmitir como legado. Me pareció muy rico que descubran desde canciones anónimas hasta temas cantados en árabe, sánscrito, inglés y portugués, y además que crearan sus propios mandalas para dejar como legado a los chicos de su generación. No me gusta hacer cosas aniñadas para los chicos, porque son seres cósmicos a los que no se les puede hacer perder el tiempo con tonterías o cosas de baja calidad."
Desde que comenzó a dar clases de música para chicos, a los 15 años, Mariana entendió el universo infantil de otra manera y eso guió su camino como docente y artista del público infantil. "Ellos son como una hoja en blanco y lo que incorporan se imprime como lo primero en su vida. Por eso hay que respetarlos y comprometerse con ellos. Eso es lo más lindo de este trabajo. Muchos de los chicos que salieron de los talleres experimentales siguieron en relación con la música y creo que es una compañía hermosa."
Mariana anuncia un montón de proyectos más con los chicos, como la noche de las linternas. Un niño curioso se asoma detrás de la puerta. Es un viejo alumno de Mariana. Tiene 13 años y le hace una visita. Extraña las tardes en esa casa de galletitas dulces y música.
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agradezco los comentarios y opiniones que nutren y hacen re pensar la tarea cotideana con los chicos.
mariana cincunegui